Santiago Giraldo sobre el zapatismo: “Es una buena lección para los movimientos sociales del siglo XXI”
El investigador del Gabinete de Comunicación y Educación Santiago Giraldo publica un libro sobre el proyecto político y organizativo de los Caracoles del movimiento zapatista en Chiapas (México). De la revolución al caracol. El zapatismo hoy es el título de esta publicación, escrita en coautoría por la periodista Cristina Fernández, y el investigador Irving Márquez. Esta obra describe el antes y el después del periodo mediático del movimiento zapatista, comprendido entre 1994 y 2004. Las comunidades zapatistas “ahora tienen tierra, reconocimiento, salud y educación”, sostienen sus autores, y añaden: “Es una buena lección para los movimientos sociales del siglo XXI”.
El Gabinete ha conversado en la siguiente entrevista con Santiago Giraldo, para profundizar en el movimiento zapatista y realizar una mirada comparativa actual desde la división organizativa de los Caracoles.
GCE: Dado el hermetismo de los líderes del movimiento hacia la prensa, ¿cómo ha sido el proceso de documentación y de investigación periodística? ¿Qué dificultades os habéis encontrado?
SG: El proceso de documentación previa a la realización del reportaje tardó aproximadamente un año. Existen muchos documentos que hablan de los zapatistas, pero había un gran vacío a partir del año 2002/2004. Nuestra intención fue llenar o trabajar sobre ese vacío informativo. También existía una ausencia de antes del 94, año en que realizan la acción armada. Ese periodo previo también nos interesó. De eso se trata el libro, del antes y del después de su periodo mediático (1994-2004). En el proceso documental nos dimos cuenta de que los líderes no eran importantes para contar los avances del movimiento. Lo eran para la prensa tradicional, pero no para nosotros. Lo importante del movimiento es la gente, los indígenas que construyen el proyecto de autonomía a diario. No los líderes que salen en la televisión. De hecho, los líderes se ponen el pasamontañas solo en la tele, pero en sus comunidades trabajan como uno más. De eso se trata el zapatismo, de la igualdad. Sobre el resto, la documentación fue fácil. Lo difícil fue llegar hasta los territorios zapatistas porque están alejados de los principales puntos de transporte. Una vez allí, sin embargo, todas las comunidades, las autoridades municipales y los líderes regionales en los Caracoles, hablaron con nosotros.
GCE: ¿Cuáles fueron las causas que originaron el conflicto zapatista, y cuáles han sido los principales logros de la revolución?
SG: La exclusión, la pobreza y la necesidad de la defensa del territorio. Ahora todos saben quiénes son los zapatistas, o sea que dejaron de ser invisibles. Ahora son personas y cuentan. De eso se encargaron a partir de su estrategia de medios y, principalmente, de Internet. Por eso les gustan tanto los medios alternativos y usan Internet para irradiar un mensaje a muchas partes. Luego, la pobreza. En términos de subsistencia, ellos, que viven sin ninguna ayuda del Estado, han logrado construir clínicas y proyectos educativos que funcionan tan bien que hasta prestan servicios a otras comunidades no zapatistas. Claro, siguen siendo pobres, pero ya no se mueren de enfermedades curables, y tienen un proyecto educativo que alfabetiza a sus niños. Lo hacen mejor que el Estado mismo en muchos territorios. Y del territorio, pues aún mejor el logro porque desde entonces la apropiación de las tierras fue de facto y el Estado mexicano tuvo que ceder ante la acción desarrollada. Ahora entonces tienen tierra, reconocimiento, salud y educación. Ni la Unión Europea puede ya garantizar esos derechos a sus ciudadanos.
GCE: ¿Cómo ha logrado mantenerse fiel a su proyecto político y perdurar en el tiempo en sus treinta años de vida, desde que se iniciara en 1983?
SG: El proceso de construcción del movimiento social no ha sido rápido. Esa es la clave. Sus objetivos siempre han estado en el largo plazo y en la construcción de un consenso que ha ayudado a generar dos cosas: identidad y coherencia. Con la identidad se alcanzó el compromiso sobre un proyecto común del cual todos se sienten partícipes. Con la coherencia el movimiento ha logrado reconocimiento. Si una persona es reconocida internacionalmente por sus logros, la coherencia y la identidad se hacen más fuertes. Es la base de la legitimidad. No es un movimiento emocional. Es un movimiento racional, con base en el consenso y con la confianza de que, en una acción, los indígenas se jugaron la vida por sus derechos. Es una buena lección para los movimientos sociales del siglo XXI.
GCE: ¿En qué se diferencia el movimiento indígena zapatista de otras manifestaciones en territorio europeo?
SG: Es una cuestión de construcción inicial, de la búsqueda de consenso inicial entre los diferentes actores que forman parte de las acciones. Si logras esa confluencia entre la mayoría de opiniones, creas dos cosas: que todos sean partícipes y la visión conjunta que todos queremos construir. En las manifestaciones europeas no hay esa visión conjunta de un proyecto concreto, hay ideas generales, indignación, pero no un proyecto que todos quieran construir. Tampoco hay acuerdos sobre un derecho específico que quieran defender. Sin este consenso no puede haber una acción conjunta. Los movimientos europeos son muy convencionales, se mueven siempre dentro de una autorregulación por temor a romper los pactos legales. No generan ningún tipo de amenaza, de desafío para las instituciones.
GCE: ¿Qué papel desempeña hoy en día la figura del subcomandante Marcos desde que realizara su última aparición en 2014?
SG: Cuando apareció en 2014, el subcomandante Marcos cambió de nombre y asumió una nueva personalidad. La figura de antes era un paraguas protector que generaba un efecto espejo: uno podía mirar al zapatismo pero no podía ver lo que realmente se estaba gestando en las comunidades hasta 2003, cuando se evidencian los logros alcanzados por la organización autónoma. La imagen de ahora, que es la del subcomandante Galeano, reivindica la lucha de las comunidades: busca así resaltar la labor de un profesor que fue asesinado en mayo de 2014 y que todos conocían como Galeano. Un papel que asume para reconocer la trayectoria de los indígenas. Hoy en día Marcos-Galeano sigue siendo muy importante para esa comunicación hacia el exterior. Su discurso sigue siendo unas de las identidades fundamentales para el movimiento zapatista, pero no tiene una incidencia directa en la toma de decisiones de cada comunidad.
GCE: Han trascurrido diez años desde la construcción del proyecto político y organizativo de los Caracoles, ¿cuál es el origen y los motivos que propician su fundación? ¿A qué debe su nombre y qué estrategia persigue la división organizativa de los Caracoles?
SG: La idea de la comandancia del EZLN es que cada comunidad tenga la oportunidad de tomar sus propias decisiones. Desde el año 98 empiezan a prepararlas para que puedan hacerlo. El proyecto de los Caracoles surge en el momento en el que se realiza el traslado de funciones a las propias comunidades. Ellos ya tenían unos municipios autónomos organizados. Cada Caracol funciona como la representación política de cada uno de los municipios, y cada municipio tiene en el Caracol una representación para la gestión de las decisiones.
El nombre obedece a un mensaje: vamos lento pero avanzamos. Han tardado tres décadas en construir una autonomía pero son conscientes de que el proceso es lento, como el caracol, pero con un objetivo.
Cada Caracol cuenta con una representación de cada uno de los municipios. En los centros administrativos se ejecutan las decisiones pues, a diferencia de los gobiernos tradicionales, las decisiones no son tomadas por el órgano de gobierno zapatista (las Juntas de Buen Gobierno), sino por las asambleas comunitarias de los municipios. Las Juntas ejecutan esas decisiones o hacen propuestas, pero no deciden o imponen su voluntad a los municipios: es la ley de “mandar obedeciendo”.
GCE: ¿Qué influencia ejerce hoy en día la resistencia zapatista, desde los cinco Caracoles que persisten en el Estado más pobre de México?
SG: Si bien los zapatistas ya no tienen un gran poder de incidencia en la agenda política o en la toma de decisiones de un país como México, han logrado dos cosas fundamentales. Una desde la perspectiva más espiritual: convertirse en un grupo de referencia moral para el Estado, una referencia de lucha social desde la no violencia en la persistencia de un proyecto político que ellos consideran justo, y que a pesar de no tener resultados que puedan compararse con un desarrollo económico, sí han logrado cambios que nos llevan a la segunda perspectiva: la material. Aquí hay un avance muy grande: garantizar que los participantes del movimiento zapatista tengan acceso a la salud, a la educación, puedan participar en proyectos educativos comunitarios, tengan asegurada una tierra, y tengan un reconocimiento internacional de diferentes colectivos que reconocen su lucha y que viajan hasta Chiapas para conocer su proyecto de autonomía. Entre agosto de 2013 y enero de 2014 viajaron más de 3000 personas a la Escuelita Zapatista, para convivir con ellos y conocer su proyecto. Sin duda es un gran logro.
GCE: Tras más de dos décadas desde que se produjera el alzamiento militar en 1994 en el sur de México, ¿cuál es la situación del estado de Chiapas desde el punto de vista del desarrollo económico y social de la zona?
SG: Chiapas es el estado más pobre de México, así lo muestran los indicadores. Sin embargo, al ser el más pobre, ha recibido muchos programas de estímulo y subsidios en los últimos años. Una buena parte de ellos se deben a la presión ejercida por los zapatistas. Por otra parte, si se comparan los municipios zapatistas con los no zapatistas, no hay una diferencia real en el progreso, por ejemplo en materia de alfabetización. Eso quiere decir que ambos municipios han avanzado en la mejora de las condiciones, unos ayudados por el Estado y con los recursos públicos, y otros desde un proyecto autonómico. La diferencia estriba en el tipo de mejora: una es guiada por lo que el Estado quiere y otra por las necesidades de las comunidades. A partir de ahí, los municipios autónomos han logrado el acceso a la educación, han creado currículums educativos propios y una formación a sus profesores que les han permitido alfabetizar a sus comunidades; cuentan con la presencia de una red sofisticada de sanidad en cada municipio y desarrollan proyectos colectivos que les han permitido generar algunos ingresos con los cuales han mejorado algunos puntos de su capacidad agrícola o técnica en servicios como mecánica, pastelería o artesanía.
Imágenes: Pedro en Flickr (CC BY 2.0)